En 1556 las tropas españolas derrotaron a las francesas en San Quintín, que marcó el principio de una época de esplendor en el Imperio español. Para los franceses fue una derrota muy dolorosa y terrible, que diezmó a la nobleza francesa. Felipe II fundó en conmemoración a esta victoria el palacio del Escorial. No obstante, la guerra aún no había finalizado.
Enseguida el conflicto se extendió por todos los escenarios posibles. Los combates decisivos se libraron en los Países Bajos. En julio de 1557, cuarenta y dos mil hombres, bajo el mando de uno de sus más jóvenes generales, el duque de Saboya, penetraron en suelo francés. Tres días más tarde le seguía Felipe II con otro ejército de veinte mil hombres. En 3 de agosto el duque de Saboya marchó a San Quintín para asediarla.No obstante, los franceses no se permanecieron inactivos, puesto que había seguido las evoluciones de las fuerzas españolas.
El general francés Montmonercy, veterano en combates, plantó batalla contra el ejército español con un duque inexperto en combates. Sin embargo, el duque de Saboya adivinó las intenciones del general francés. Cuando Montmonercy mandó atacar, se vieron sorprendidos por el ejército español, que les tendió una emboscada. El general fancés huyó, y las tropas francesas comenzaron a quebrarse. Fue cuando Felipe II envió a la infantería, que era el grueso del ejército. Murieron seis mil personas, pero la lucha fue muy sagrienta. El general francés y siete mil hombres más fueron apresados y otros cinco mil huyeron. Y el 27 de agosto tomaron San Quintín.
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