miércoles, 1 de junio de 2011

Felipe III y el duque de Lerma

Los últimos Austrias

   Tras la muerte de Felipe II España entró en un largo período turbulento del que no salió hasta principios del siglo XVIII, con el advenimiento de los Borbones. Unos monarcas insustanciales que vivían por encima de sus medios, unas arcas vacías, una nación que se extenuaba tratando de mantener su rango de gran potencia, mendigos y vagos por miles, esa es la imagen más frecuente de la península durante los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II.
   En el terrreno político hay tres rasgos que caracterizan el siglo XVII español:
   1)   la presencia de validos, que ejercían el poder en nombre del rey;
   2)   el esfuerzo desmesurado por conservar la preponderancia española en Europa;
   3)   el fin de este poderío durante la segunda mitad del siglo.

Felipe III; el duque de Lerma
   La aparición de los validos es un intento de la monarquía por recuperar las riendas de los asuntos políticos. Con la llegada de Felipe III el valido se interpuso entre el rey y los secretarios del rey, que ejecutaban sus órdenes. Esta novedad respondía a que las tareas cada vez más complejas, requerían la presencia al lado del rey de un primer ministro, encargado de poner en práctica las grandes orientaciones políticas. La personalidad de los monarcas propició esta evolución.
   Felipe III (1598-1621) carecía de dotes de gobernante y tampoco tenía ideas originales. La política apenas le interesaba.
  El duque de Lerma tenía 25 años más que el rey Felipe III, era vanidoso, astuto, codicioso, sin un verdadero programa de acción política. La única decisión importante que tomó fue la firma de la tregua con los holandeses (1609), seguida inmediatamente de la expulsión de los moriscos.
   Lerma no era muy trabajador y delegaba a menudo en sus subordinados. Creó una trama de amistades interesadas y repartía prebendas. La corrupción se extendió durante los veinte años que estuvo en el poder. Hacia 1616 este sistema de gobierno empezó a resquebrajarse. Los hijos del duque de Lerma -el duque de Uceda y el conde de Saldaña- se enfrentaron a su padre. En octubre de 1618 Lerma fue destituido. El duque de Uceda ocupó su lugar como valido y mandó detener a Rodrigo Calderón, el símbolo más visible de la corrupción. El duque de Uceda planeaba profundas reformas, pero la muerte del rey (1621) no le dio tiempo a aplicarlas.
   

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